Si hay agujeros en las bases,hay fracaso

Uno de los principios que defendemos en nuestra experiencia pedagógica, es que las carencias no resueltas durante la enseñanza Primaria en las habilidades básicas y, sobre todo, en las materias instrumentales (aquellas que se utilizan como instrumentos para progresar en todas las demás, es decir, Lenguaje y Matemáticas), condicionan toda la evolución académica y profesional posterior del alumno.
El artículo titulado “Tetris“, del divulgador matemático Enrique Gracián, ilustra bastante bien esta reflexión, en relación con las matemáticas.Nosotros pensamos que es igualmente aplicable a la enseñanza en el área del lenguaje, sobre todo de la lectura y comprensión lectora, pero también de la morfología (formación de las palabras) y la sintaxis (funciones de las palabras en la frase).Cuando el alumno va avanzando en temas de matemáticas o lengua sin haber comprendido o dominado los anteriores, se generan “agujeros” que le crean dudas y falta de confianza en sí mismo y en sus aprendizajes.El resultado es que el alumno aprende a cubrir estos agujeros con “estrategias” destinadas en su mayor parte a la evitación, al azar o a hacer que “no se noten” sus lagunas.
Si no detectamos las primeras señales de estas inseguridades y las reforzamos a tiempo, puede que cuando queramos hacerlo ya sea demasiado tarde y el alumno se halle en la vía del fracaso escolar.
Algunos de los
párrafos más destacables del artículo mencionado, en relación con esta tesis:

Creo que el origen del fracaso escolar actual, en lo que a las matemáticas se refiere, hay que ir a buscarlo muy atrás. Y con esto no estoy queriendo afirmar que las matemáticas básicas no se enseñen de forma adecuada, sino que no somos sensibles a las alarmas que se disparan en los alumnos de los primeros cursos.
El conocimiento matemático se construye sobre bases que no admiten ningún tipo de agujero….El pensamiento matemático es consustancial al funcionamiento lógico de nuestro cerebro. Es un proceso “natural”, como lo es el lenguaje…Cuando pasamos de un nivel de conocimiento superior habiendo dejado agujeros pendientes, aparece una sensación de desasosiego que se corresponde con una señal de alarma que ha lanzado nuestro sistema cognitivo. Una especie de aviso que nos dice ¡para! ¡debes volver a atrás inmediatamente!

Que a nadie le quepa duda de que lo que nos sucede en el período de nuestra vida que va desde los 0 a los 12 años tiene una importancia decisiva. Es una época en la que el desarrollo intelectual y las emociones forman un todo indivisible. Es entonces cuando se forma el troquel, el sello personal que estamparemos en todos y cada uno de los escenarios de nuestra vida.Yo creo que lo más difícil de las matemáticas se aprende en esa época.

Se emplean varios años para conseguir hacer con facilidad cosas tan difíciles como sumar, restar, multiplicar, dividir, manejarse con números fraccionarios o decimales. Y si alguien tiene alguna duda sobre lo que digo que pruebe de enseñarle a dividir a alguien que no sabe….Estamos hablando de las bases de nuestra cultura, o más concretamente de las herramientas básicas: saber leer y escribir y saber contar.

Creo que es fuera de las aulas en donde debemos estar más atentos. Es una labor de progenitores o tutores o de cualquier persona que se encuentre en un espacio muy próximo al alumno, en una posición que le permita detectar los primeros síntomas que pueden acabar configurándose en un fracaso. Se trata de ser sensible a las alarmas que se disparan cuando se produce un agujero en una linea básica. No siempre es fácil. La alarma puede quedar enmascarada por múltiples factores. Incluso uno de ellos (el más peligroso) puede ser el obtener unas calificaciones aceptables que den a los padres la tranquilidad de que sus hijos pasarán de curso sin mayores dificultades.

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